El fuego ardió,
Era una llama,
Una muy intensa,
Que siempre estuvo viva...
Desde que nací,
Desde que todo inició,
Cuando el universo se creo,
Esa llama ya estaba ahí...
Poco a poco,
El tiempo fue pasando,
Siempre lo hace...
Día tras día,
Segundo tras segundo,
Año tras año...
Las flores fueron dando fruto,
El mar se iba haciendo sabio y viejo,
Los árboles maduraron y murieron,
Mil leguas recorrieron las aves del cielo...
Y habían montañas también,
Una montaña Solitaria en un lugar,
Y en esa montaña existía un fuego,
Aquel fuego que ardió desde el inicio del tiempo;
Antes que todo...
Fue mucha la tempestad,
Y muchos los siglos y tormentos,
Sobre esa montaña,
Terremotos y destrucción...
Pero la montaña siguió ahí,
Esa montaña había sido hecha
por un poder más grande que nosotros...
Y esa montaña debía proteger,
Guardar esa llama que ardía,
Los tormentos siguieron,
El cielo se oscureció y muchas especies murieron,
Las criaturas malignas reinaron el mundo,
Y ese fue el término de una edad...
Muchas montañas entonces crecieron,
Se hicieron vigorosas y fuertes,
Crecieron alrededor de aquella primera,
y la protegieron y sirvieron...
Pero, la oscuridad siempre llega a su final,
Entonces el sol brilló e iluminó todo nuevamente,
Las criaturas regresaron a sus oscuras cuevas,
Y el verdor de las plantas se reanimó...
Y entonces dentro de esa montaña,
Esa que una vez estuvo solitaria,
Un estruendo de muchas trompetas,
Rasgó el cielo hasta entonces conocido...
Las paredes de las montañas crujieron,
Las piedras se desmoronaron,
Estaba muy caliente el aire y salió humo,
Y entonces ese fuego que ahí habitaba;
Ardió...
Aquel fuego siempre estuvo ahí,
Y ese fuego jamás murió,
Y no morirá,
Aún cuando desaparezca la última montaña,
Aún si el sol no brilla más...
Y ese momento estaba escrito,
Aquel día en el que el fuego ardería tan fuerte,
Que desaparecería todo mal...
Aquel día donde bajo el cálido
calor del fuego se viviría,
Y así fue,
la llama aún sigue ardiendo,
Porque así debía ser,
Y así es...
Y fue así, solo así...
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